viernes, 28 de diciembre de 2012

El significado de los deseos de Año Nuevo

Por Alex Epstein (Chicago SunTimes y Vancouver Sun, 30 de diciembre de 2006)

Cada víspera de Año Nuevo millones de personas meditan sobre sus deseos para el próximo año. Si los deseos son salir de una deuda, pasar más tiempo con los seres queridos, o dejar de fumar, estos deseos tienen una cosa en común: son metas que hacen nuestra vida mejor.

Por desgracia, este ritual que involucra compromiso y superación, es ampliamente considerado como una especie de broma, debido en parte a que los deseos de Año Nuevo fracasan notoriamente. Por años hemos visto a los demás y a nosotros mismos comprometernos en alcanzar una meta el próximo año, sólo para abandonar la tarea marzo. Debido a esto, muchos llegan a la conclusión de que los deseos de Año Nuevo son un ejercicio inútil que no debe ser tomado en serio. "La época idiota está sobre nosotros", escribe un columnista del Washington Post, "cuando la gente se siente obligada a replantearse con los deseos de año nuevo".

Pero tal actitud cínica es falsa y autodestructiva. Meditar sobre los deseos del próximo año no tiene porqué ser inútil - y esa meditación no es idiota; hacerlo de forma seria, es un acto de profunda significación moral que encarna la esencia de una vida bien vivida.

Considere lo que hacemos cuando meditamos sobre un deseo de Año Nuevo: miramos dónde estamos ahora en algún área de la vida, pensamos en dónde queremos estar, y luego fijamos una meta para llegar allí. Si estamos cansados ​​de sentirnos aletargados y regordetes, por ejemplo, y queremos un aspecto mejorado y un mayor nivel de energía que nos haga sentir mejor; decidimos hacer una actividad atlética divertida, como el tenis o un arte marcial, y planeamos hacerlo tres veces por semana.

¿Es este un acto cómico de autoengaño? No lo creo. Si así fuera, ¿cómo las personas alguna vez lograrían algo en la vida? De hecho, para tener deseos de Año Nuevo se debe reconocer la realidad innegable de que es posible el éxito cuando se está buscando una meta. La realidad es que todo el mundo en un momento u otro se ha fijado y alcanzado metas en el largo plazo, y se ha beneficiado de ello. De hecho, las metas a largo plazo no sólo son posibles de lograr, sino también son necesarias para el éxito en la vida. Meditar sobre los deseos de Año Nuevo significa también reconocer la innegable realidad de que una carrera profesional o una relación amorosa exitosa, no sucede automáticamente - para conseguir lo que queremos en nuestras vidas, tenemos que conscientemente elegir y alcanzar los objetivos correctos. Es necesario tener claridad sobre a qué objetivos nos estamos dirigiendo.

Desafortunadamente, en la vida de muchos la claridad de los objetivos no está presente. Es muy fácil vivir la vida de forma pasiva, actuando sin cuidado sobre nuestras decisiones, sin saber qué hacemos con nuestra vida y por qué lo estamos haciendo. ¿Cuántas personas conocemos que están en una carrera  profesional simplemente porque cayeron ahí, inclusive no estando a gustos?, o ¿Cuánta gente tienen hijos a una edad determinada, porque es lo que se espera, pero no es lo que realmente quieren?, o ¿Cuántas personas pasan horas y horas de su "tiempo libre" frente a la TV, ya que es la forma más sencilla de relajación?, o ¿Cuánta gente sigue una rutina de vida que en realidad nunca eligió y no disfruta de verdad, pero la fuerza de la costumbre le impide salir?

Con demasiada frecuencia tener una meta y dirigirse a ella, simbolizado en los deseos de Año Nuevo, es la excepción en la vida de las personas, que prefieren seguir reglas aceptadas sin mayor análisis. El conformismo de la actitud pasiva es lo que causa que tantos deseos de año nuevo fracasen, perdidos en la confusión de la vida o abandonados debido a la falta de motivación. Más allá de los deseos de de Año Nuevo, el conformismo de la actitud pasiva es la razón por la cual muchos van por la vida sin lograr - o siquiera saber - lo que realmente quieren.

Es una triste ironía que las personas menos interesadas en meditar sobre sus sobre deseos de Año Nuevo, no lo hagan debido a que ya han fracasado. De esta forma, refuerzan su  actitud pasiva ante la vida, causada por los muchos deseos, y sueños tantas otras, no cumplidos. La solución a los fracasos de los deseos de Año Nuevo no es abandonar la práctica, sino complementarlo con un deseo más amplio: el compromiso de una vida dirigida por objetivos.

Este Año Nuevo, medita en cómo hacer tu vida mejor, no sólo una vez al año, sino cada día. Fíjate metas no sólo en uno o dos aspectos de la vida, sino en todos los aspectos importantes de la vida en su conjunto. Debemos estar dispuestos a alcanzar las metas que nos harán exitosos y felices, no como una excepción en una vida de pasividad, sino como una regla que se viva de forma natural.

Si usted hace esto, usted podrá hacer la cosa más importante de todas: tomar en serio su felicidad.
 
Traduccion: Objetivismo Chile

domingo, 23 de diciembre de 2012

La Navidad debería ser más comercial

Por LEONARD PEIKOFF
Publicado originalmente en “Capitalism Magazine” en 1998. El contenido de este artículo fue entregado anualmente en la época de Navidad en el programa de radio de Peikoff, comenzando en 1995.

La Navidad en Estados Unidos es un exuberante despliegue de ingenio humano, de productividad capitalista, y del goce de la vida. Sin embargo, todo esto es condenado como "materialismo". El verdadero significado de la fiesta, se nos dice, es una variedad de cuentos sobre un nacimiento y mandamientos altruistas (por ejemplo, amar a tu prójimo), que nadie toma en serio.

De hecho, la Navidad como la celebramos hoy es una invención estadounidense del siglo 19. La libertad y la prosperidad después de la guerra civil de Estados Unidos, creó la nación más feliz de la historia. El resultado de esto, fue el deseo de celebrar, el deseo de deleitarse con los bienes y placeres de la vida en la tierra, convirtiendo a la Navidad en el principal festejo de este sentimiento  (que no era un día feriado federal hasta 1870).

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Históricamente, las personas siempre han celebrado el solsticio de invierno como la época en que los días comienzan a alargarse, indicando el regreso de vida a la tierra. Los antiguos romanos festejaban y se deleitaban durante la fiesta de Saturno. Los primeros cristianos condenaron estas celebraciones romanas (ya que su espera del fin del mundo solo les permite el desprecio por los placeres terrenales). En el siglo IV, los paganos celebraban al dios del sol los 25 de diciembre, y los cristianos llegaron a una decisión: si no puedes contra ellos, únete a ellos. Alegaron (contrario a sus creencias) que esa fecha era el cumpleaños de Jesús, y usurparon para su iglesia la fiesta del solsticio.

Incluso, después del robo de la Navidad, los cristianos eran ambivalentes respecto a esta fecha. La fiesta era en sí un festejo a favor de la vida terrenal, pero la prédica de los cristianos es la renuncia a esto, el sacrificio y la preocupación por otro mundo, no este. Como Cotton Mather, un clérigo del siglo 18, lo expresó así: "¿Puede usted pensar en conciencia que nuestro Santo Salvador se honra con alegría?... ¿Será preciso decir que con el nacimiento de nuestro Salvador… nos tomamos el tiempo… de llevar a cabo acciones que tienen mucho más que ver con el infierno que con el cielo?".

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Los mayores desarrollos del capitalismo del siglo 19: la industrialización, la urbanización y el triunfo de la ciencia, nos entregaron medios de transporte más rápidos, un correo más eficiente, publicaciones masivas de libros y revistas, y nuevos inventos que hicieron la vida más cómoda y emocionante. Y en la cima, los empresarios que entendieron que la manera de obtener un beneficio era producir algo bueno y venderlo a un mercado masivo.

Por primera vez, la entrega de regalos se convirtió en una característica importante de la Navidad. Los primeros cristianos denunciaron la entrega de regalos como una práctica romana, y los puritanos lo llamaron diabólico. Pero los americanos no iban a ser disuadidos. Gracias al capitalismo, había suficiente riqueza para que fuese posible hacer regalos, un gran aparato productivo para hacer publicidad de ellos y que estuviesen disponibles a bajo precio, y un país tan contento de que los hombres querían festejar con sus amigos y expresar su alegría de vivir. El país entero tomó con regocijo la entrega de regalos, llevándolo a una escala sin precedentes.

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Papá Noel es un invento completamente estadounidense. Hubo un San Nicolás hace mucho tiempo y un débil feriado conectado con él (el 5 de diciembre). En 1822, un norteamericano llamado Clement Clarke Moore escribió un poema sobre la visita de San Nicolás. Fue Moore (y algunos otros neoyorquinos), quien inventaron el aspecto físico y la personalidad de St. Nick, se les ocurrió la idea de que Santa viaja en la víspera de Navidad en un trineo tirado por renos, baja por la chimenea, entrega juguetes en las medias de los niños, y luego regresa al Polo Norte.

Por supuesto, los puritanos denunciado Santa como el Anti-Cristo, porque él empujó a Jesús a un segundo plano. Por otra parte, Santa rechazó implícitamente la ética cristiana. No denuncia a los ricos y no demanda darles todo a los pobres, por el contrario, Santa da regalos a los niños ricos y pobres por igual. Del mismo modo, Santa no es un campeón de la misericordia cristiana o del amor incondicional. Por el contrario, él es el campeón de la justicia, Santa da regalos sólo a los niños buenos, no a los malos.

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Todas las buenas costumbres de Navidad, desde los villancicos hasta los árboles junto a las decoraciones espectaculares, tienen su raíz en las ideas y prácticas paganas. Estas costumbres se ampliaron en gran medida por la cultura americana, como el producto de la razón, la ciencia, los negocios, la mundanería y el egoísmo, es decir, debido a la búsqueda de la felicidad.

La tragedia de Estados Unidos es que sus líderes intelectuales generalmente han tratado de sustituir la felicidad con la culpa, al insistir en que el significado espiritual de la Navidad es la religión y el sacrificio de Juan Perez, o su equivalente. Pero lo espiritual debe comenzar con el reconocimiento de la realidad. La vida requiere de la razón, el egoísmo, el capitalismo, esto es lo que la Navidad debería celebrar - y realmente, debajo de todo el discurso, es lo que se celebra. Es hora de sacar a Cristo de la Navidad, y girar las fiestas a un egoísmo sin culpa, a favor de la razón, de este mundo, y de una celebración comercial.

Traducción: Objetivismo Chile