lunes, 31 de octubre de 2011

Y el bebe hace siete mil millones


Los seres humanos somos mentes, no bocas.
Nada saca a relucir el trasfondo de Malthus como el nacimiento de un recién nacido.

Eso es especialmente cierto cuando un bebé nace de una madre en algún lugar de África o Asia. Según el Fondo de Población de las Naciones Unidas, en algún momento este próximo lunes (31/10/11), probablemente en la India, el mundo le dará la bienvenida a su habitante número siete mil millones. Bueno, tal vez “bienvenida” no sea exactamente la palabra adecuada.

En el Earth Institute de Columbia University, el profesor Jeffrey Sachs le dijo a CNN que “las consecuencias para la humanidad podrían ser sombrías”. A principios de este año, un columnista del New York Times declaró que “la Tierra está llena”, y sugirió que la creciente población significa que “estamos comiéndonos nuestro futuro”. Y en West Virginia, la editorial del Charleston Gazette es sobre un “enjambre humano” que se está “sobreengrandando” de una manera que las “familias prosperas y bien educadas” del mundo desarrollado no lo hacen.

Los más inteligentes reconocen que las advertencias catastróficas de Malthus acerca un crecimiento de la población que superaría la oferta de alimentos no se confirmaron en su día. El historial de estas alertas en nuestros días no es mucho mejor. Quizás la alerta más famosa es la de Paul Ehrlich en 1968, “The Population Bomb” (La bomba demográfica), que inicia con esta acalorada frase: “La batalla para alimentar a toda la humanidad está terminada. En la década de 1970 el mundo sufrirá hambrunas. Cientos de millones de personas van a morir de hambre, a pesar de cualquier programa de prevención emprendido ahora”.

El libro fue muy popular junto a sus grandes afirmaciones. India estaba tan desahuciada, que el libro planteaba una política de "prioridad" que sostenía dejarlos morir. De hecho, nunca la hambruna masiva que él predijo se materializó, y los indios que él creía que nunca podrían alimentarse a sí mismos, ahora están comiendo mejor que nunca a pesar de una población del más del doble del tamaño que tenía cuando “The Population Bomb” apareció.

Las evidencias, por desgracia, no parecen importar. Al igual que muchos otros artículos sobre población, uno en el New Yorker este mes admite que las predicciones de Malthus “estaban erróneas”, y al igual que tantos otros artículos, llegan a la conclusión de que “la premisa de trabajo - que tiene que haber algún límite de crecimiento de la población - es difícil de discutir”.

La verdad es que el principal defecto de Malthus es precisamente, su premisa. Temores malthusianos acerca de la población se derivan de la visión de Malthus de que los seres humanos son esencialmente bocas para alimentar en lugar de mentes para ser abiertas. Bajo este razonamiento, cuando un cerdo nace en China, la riqueza nacional China se cree que subirá, pero cuando un bebé chino nace, la riqueza nacional caerá.

Detrás de esta división entre los que se preocupan de los límites puestos en el intercambio humano y aquellos que se preocupan sobre los límites del crecimiento, hay dos puntos de vista muy diferentes sobre el ser humano. Los primeros creen que mientras la gente es libre para el comercio y el uso de sus talentos, cuantos más mejor. Los segundos tratan a la gente como una gran masa de piezas más o menos intercambiables, y de ahí sus preocupaciones sobre la “sustentabilidad” y la “capacidad de carga” y similares.

Esta última es una visión muy estática, que subestima el poder del individuo de mejorar la vida de millones de personas. Quizás el mejor ejemplo de este poder es Norman Borlaug, cuyo trabajo científico introdujo variedades de alto rendimiento de trigo y arroz, que ayudó a los agricultores aumentar considerablemente su producción de alimentos. De esta manera, el “padre de la Revolución Verde”, ayudó a las naciones pobres a alimentar a su población, y desmentir todos los pronósticos de desesperación y hambre del Sr. Ehrlich y compañía.

La visión estática del ser humano subestima el dinamismo de los labores de hombres y mujeres comunes en una economía libre. Los jóvenes “indignados” de Wall Street puede criticar el capitalismo, pero las sociedades abiertas al riesgo y la iniciativa y el libre intercambio siempre han hecho más por el “99%” que las sociedades que no lo hacen. Es por eso que un lugar como Hong Kong, sin recursos naturales, ha prosperado, mientras que muchos otros países ricos en recursos naturales (algunos en África) no.

Matt Ridley, autor de “The Rational Optimist” (El Optimismo  Racional), sugiere que el progreso humano es impulsado cuando las personas se conectan entre sí e intercambiar ideas, así como bienes. En nuestros días, en su opinión, esta interacción ha sido acelerada por la revolución tecnológica que ha hecho que la distancia en gran medida sea irrelevante. Esa es una de las razones para que él tenga una visión general positiva del crecimiento de la población.

En una línea que hace parecer extravagante la fatalidad y penumbra anunciada, ofrece su propia predicción: “Yo iría más lejos y diría que la mezcla de ideas posible gracias a Internet hace que el agotamiento de las innovaciones sea casi imposible de conseguir, e incluso si es que quisiéramos, el mejoramiento del nivel de vida es casi inevitable”.

En resumen, todo se reduce a tu concepción del ser humano. Otra forma de decirlo es la siguiente: En lugar de buscar maneras de reducir el número de personas en el banquete de la vida, nosotros haríamos mejor en buscar la manera de poner una mesa mejor y más abundante.

Por William Mcgurn, traducido por Objetivismo Chile